La mentira, la verdad y el juego político
Las elecciones del último domingo producen sensaciones diversas en los porteños. Un candidato arrasó, otro quedó lejos pero llegó al objetivo y el actual Jefe de Gobierno terminó relegado, entre baches y medianoches, a un tercer lugar con gusto a poco.
Sorprendido con los resultados, un Macri emocionado tomó el micrófono y, llanto mediante, agradeció el aluvión de votos que lo dejaron al borde de convertirse en el nuevo mandatario de la Ciudad.
Daniel Filmus, de sonrisa omnipotente, justificaba su “milagro” con menciones al proyecto nacional, al Presidente Kirchner y al debate que se viene.
Desde el Gobierno se vislumbra cierta preocupación. Más de 20 puntos de diferencia en el distrito más importante del país no pueden pasar desapercibidos. En Casa Rosada, el pingüino fue león y rugió como nunca. “Hablamos de dos proyectos de país distintos, dos modelos diferentes”, “lo pueden llamar Mauricio, pero siempre es Macri”, frases que resuenan en Capital pero se escuchan en todo el país.
En el medio de la escena, un cadáver político volvió de las cenizas y se instaló como el segundo legislador más votado. Las conclusiones de Aníbal Ibarra fueron elocuentes: “La segunda vuelta es difícil, pero no imposible”.
En definitiva, el 24 de junio los porteños tendrán su día clave. Se habla de propuestas diferentes, polos opuestos y candidatos como líderes de un equipo que aconseja sin cesar. El ganador tendrá varios desafíos: seguridad, salud, tránsito y limpieza son sólo algunos conceptos que siempre están a la orden del día. Las promesas dejarán lugar a la realidad y la verdad irrefutable del voto tendrá la última palabra.
Diego Dalman